Un poco de Historia... y un poco de todo
   
  Un poco de Historia ...y un poco de todo
  Complementario Visigodos
 

Textos España visigoda

 

Fórmula de encomendación, durante los visigodos, del libro Miscellanea Wisighotica, de Ioannes Gil, traducción de José L. Martín:

 

Mi Señor XX. Como de día en día pasara necesidad y corriera de aquí para allá para procurarme el sustento, sin conseguirlo, finalmente recurrí a vuestra piedad sugiriendo que mandarais darme en precario tierras para cultivar en vuestro lugar, llamado X. Vuestra Señoría dio efecto a mi petición y me dio tierras en dicho lugar, a tantos medios, por lo cual prometo no causaros en tiempo alguno contrariedades o perjuicios, sino estar siempre presto a serviros y defenderos. Prometo igualmente entregaros anualmente los diezmos según la costumbre de los colonos (…)

 

De Concilios Visigóticos, por José Vives

Barcelona, 1963. Hª de España, 3.

Historia 16. José L. Martín y varios.

 

<<En la era DCXXIIII, en el año tercero del imperio de Mauricio, muerto Leovigildo, fue coronado rey su hijo Recaredo. Estaba dotado de un gran respeto a la religión y era muy distinto de su padre en costumbres, pues el padre era irreligioso y muy inclinado a la guerra; él era piadoso por la fe y preclaro por la paz; aquél dilataba el imperio de su nación con el empleo de las armas, éste iba a engrandecerlo más gloriosamente con el trofeo de la fe. Desde el comienzo mismo de su reinado, Recaredo se convirtió, en efecto, a la fe católica y llevó el culto a la verdadera fe a toda la nación gótica, borrando así la mancha de un error enraizado. Seguidamente reunió un sínodo de obispos de las diferentes provincias de España y de la Galia para condenar la herejía arriana. A este concilio asistió el propio religiosísimo príncipe, y con su presencia y su suscripción confirmó sus actas. Con todos los suyos abdicó en la perfidia que, hasta entonces, había aprendido el pueblo de los godos de las enseñanzas de Arrio (…)>>

 

S. Isidoro de Sevilla, Historias de los godos, vándalos y suevos

(cfr. A. Lozano y E. Mitre, op. Cit., p. 142)

 

Y porque es cosa cierta y sabida que en casi todo el orbe de la tierra se ha divulgado la buena fama de que las tierras de España florecieron siempre por la plenitud de la fe, por eso, fortísimas razones obligan a nuestra gloria a oponerse a los judíos con todas nuestras fuerzas, porque se afirma que en algunas partes del mundo, algunos se han revelado contra sus príncipes cristianos, y que muchos de ellos fueron muertos por los reyes cristianos, por justo juicio de Dios y sobre todo porque (…) hemos sabido que éstos han aconsejado a los otros judíos de las regiones de ultramar para todos de común acuerdo combatir al pueblo cristiano, deseando la hora de la perdición de éste, para arruinar la misma fe cristiana; (…) desde el principio de nuestro reinado fue tal el interés de nuestra mansedumbre por la conversión de los mismos, que no sólo nos esforzamos por atraernos a la fe de Cristo con diversas persuasiones, sino que también les devolvimos por medio de un decreto (…) los esclavos cristianos de los que antes se vieron privados conforme a la ley, a causa de su infidelidad, con la única condición que dejando a un lado la infidelidad del corazón, los recibiere como hijos adoptivos el seno materno de la iglesia mediante una declaración confirmada por juramento, sin embargo, finalmente, no cumplieron lo prometido, sino que se les descubrió que practicaban sin ninguna duda las acostumbradas ceremonias y ritos.

 

De Concilios Visigóticos, por José Vives Barcelona, 1963. Hª de España, 3.

Historia 16. José L. Martín y varios.

 

Condena de la rebelión contra los reyes

 

<< (…) Después de haber establecido algunas cosas tocantes al orden eclesiástico, y decretado medidas disciplinares que tocan a algunas personas, la última decisión de todos nosotros, los obispos, ha sido redactar en la presencia de Dios, el último decreto conciliar que fortalezca la situación de nuestros reyes y dé estabilidad al pueblo de los godos (…) De ahora en adelante, cualquiera de nosotros o de entre los pueblos de toda España, que con algún manejo o intriga violare el juramento que hizo a favor de la estabilidad de la patria y del pueblo de los godos, y de la conservación de la vida real, e intentare dar muerte al rey, o menoscabare el poder del reino, o usurpare con atrevimiento tiránico el trono real, sea anatema en presencia de Cristo y de sus apóstoles, y sea considerado extraño a la Iglesia católica.>>

Canon LXXV, IV Concilio de Toledo

(cfr. José Vives, Concilios Visigóticos e Hispanorromanos,

Madrid, CSIC, 1963, P. 33)

 

 
 
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