Un poco de Historia... y un poco de todo
   
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  Nuevos iconoclastas
 

Los nuevos iconoclastas
o la vieja caza de brujas

 

Recientemente el Tribunal Europeo de Derechos Humanos dio la razón a una italiana de origen finlandés que en el año 2002 protestó por la presencia de un crucifijo en el instituto donde estudiaban sus hijos. Dicho Tribunal Europeo, contra el parecer de varios tribunales italianos y del resto de padres de los alumnos del colegio, declaró que la exposición de crucifijos en las escuelas públicas supone “una violación de los derechos fundamentales”.

 

En Dinamarca, estas Navidades no se colocará, como se ha hecho otros años, una cruz en el monte más elevado de ese país “para no ofender a la minoría musulmana”.

 

En el Estado vecino, en la liberal Holanda, los conductores de tranvías de Ámsterdam no podrán llevar crucifijos en lugares visibles, por considerar que “va en contra de las condiciones de seguridad” mientras que las compañeras trabajadoras musulmanas podrán seguir llevando el pañuelo en la cabeza.

 

El conductor de tranvías Aziz afirma que <<la cruz muestra que soy cristiano por dentro y por fuera>>. Ese ejercicio de libertad de expresión estará prohibido a partir de ahora en Holanda porque, al parecer, “va en contra de las condiciones de seguridad” de los tranvías.

 

Más cerca de nosotros, en Valladolid, el colegio público Macías Picavea se vio inmerso en un proceso similar al de Italia, y se han tenido que retirar temporalmente los crucifijos de sus instalaciones, a petición del padre de un alumno y contra el criterio de la mayoría de padres de alumnos restantes. Posteriormente, el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León ha dictaminado que se retiren los crucifijos del colegio Macías Picavea sólo en las aulas donde los padres lo hayan solicitado. En Madrid, la número 2 de la Fiscalía General del Estado ha ordenado retirar un Belén que habían colocado los trabajadores en el vestíbulo de la sede central de la Fiscalía, a pesar de que muchos fiscales creen que el Belén no puede ofender a nadie, ya que representa la tradición cultural española.

En Cataluña, la Generalidad tiene intención de cambiar las fiestas de Navidad y Semana Santa por las Fiestas de Invierno y Primavera, respectivamente.

 

También aquí en España, Gaspar Llamazares -que tiene nombre de Rey Mago-, en representación de IU (dentro de cuya coalición se encuentra el Partido Comunista), ha solicitado en el Congreso de los Diputados la retirada de símbolos religiosos en los actos protocolarios (jura de cargos, desfiles y paradas militares, etc.) así como en la escuela pública.

 

Van siendo demasiadas coincidencias. Y cada año observamos cómo, de forma parecida y orquestada, se van retirando belenes y anuncios de contenido navideño de los espacios públicos y cómo se van sustituyendo por otros temas “de importación” (Papá Noël, Santa Klauss, renos, ciervos, hojas de árboles otoñales, paisajes nevados, bicicletas iluminadas…).

 

Semanas antes de la Navidad ya se ha celebrado a bombo y platillo -esta sí en centros educativos públicos- la fiesta de Halloween, de contenido pagano celta. Esta celebración tan “popular” incluso ha logrado formar parte del programa educativo oficial en Educación Primaria.

 

La actitud iconoclasta de ese puñado de progresistas y laicistas –porque son eso, un puñado- no es nada nueva, aunque ellos tal vez no lo sepan y quieran encubrirla bajo el barniz de modernidad, que siempre queda bien. El término iconoclasta hace referencia a aquel que practica la iconoclasia (del griego iconos), es decir, al que destruye pinturas, esculturas o símbolos sagrados. Dicho término se refiere a aquella persona contraria a los ideales, normas o modelos de la sociedad del momento. La actitud iconoclasta no es nueva, en efecto. Ya el emperador bizantino León III el Isaurio ordenó destruir toda representación cristiana de figuras religiosas o del evangelio en el 730, en un Imperio, el Bizantino, con presencia inmensamente mayoritaria de población cristiana. Como resultado de esa actitud contraria a las creencias de la población (antidemocrática, la calificaríamos hoy) su hijo Constantino V (741-775) heredó un grave conflicto entre la población mayoritaria favorable al uso de imágenes (libertad de expresión popular, la podríamos denominar hoy) y la postura oficial del Estado que, al menos en teoría debería representar y actuar en beneficio del pueblo, pero que finalmente recurrió al uso de la fuerza militar contra su pueblo. Está claro que la actitud laicista y progresista no es ni nueva ni moderna.

 

Pero, en el caso de España, donde tanto hablan algunos de laicismo y Estado laico, veamos qué dice al respecto la Constitución Española, aprobada por mayoría absoluta de sus ciudadanos en 1978:

 

Artículo 16

 

  1. Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley.
  2. Nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias.
  3. Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.

 

El último punto deja claro que España no es, legalmente, ni un Estado laico ni laicista, sino aconfesional, pero que debe tener en cuenta las creencias religiosas de la mayoría de la sociedad, hasta el momento católica. Ése no debe ser un trato de privilegio sino totalmente respetuoso con la mayoría, puesto que estamos en democracia. Haciendo un paralelismo ¿por qué se televisan tantos partidos de fútbol y no de ping-pong o de ajedrez? ¿Por qué los partidos políticos mayoritarios reciben más dinero y atención en los medios de comunicación que el resto? ¿Tal vez porque en ambos casos gozan de las preferencias de una mayoría de españoles?

 

Además, en el Artículo 20 de la Constitución

 

1. Se reconocen y protegen los derechos:

a) A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción.

b) A la producción y creación literaria, artística, científica y técnica.

 

El problema en sí mismo, no es la retirada o permanencia de una cruz en la pared de un aula, contra la opinión de la inmensa mayoría de padres (todos menos uno); tampoco el problema está en la retirada o no de un Belén contra la opinión mayoritaria de los trabajadores que lo han instalado. El problema estriba en que se está levantando una auténtica caza de brujas contra los símbolos y las creencias de una parte mayoritaria de la población española que, de momento se define como católica, y que ve en el cristianismo la base histórica de su cultura y tradiciones. Y, como en el caso de la llamada "Memoria Histórica", se lleva a cabo con dinero público de todos los españoles contra las creencias de una parte importante de ellos. Los tribunales tendrán que especializarse en asuntos religiosos, nuevas inquisiciones, que determinen qué símbolos revisten carácter religioso y cuáles son simples obras de arte. ¿Qué harán con los símbolos religiosos que retiren de zonas públicas, los quemarán? ¿Beneficia esa actitud a los ciudadanos a los que dicen representar y velar por su bienestar o lo hacen atendiendo a sus propios intereses y creencias?

 

¿El Cristo de Velázquez será considerado obra religiosa (y retirado)
u obra de arte (y respetado)?



El Cristo de Dalí, ¿obra de arte o religiosa?



¿Qué harán con la cruz que está sobre la ermita del Rocío
y sobre tantos y tantos templos, escudos...?



¿Podrán llevar los romeros a su Virgen del Rocío por las marismas
si molesta u ofende a alguien?

Las procesiones de Semana Santa, las fiestas locales, las romerías, ¿habrá que prohibirlas porque ofenden a algún ciudadano o minoría? ¿Habrá que prohibir las fiestas de moros y cristianos de tantas localidades españolas? ¿Y los villancicos que suenan en bares, tiendas y centros comerciales? De momento, ya se han dejado de celebrar actos tradicionales navideños (concursos de villancicos, de belenes...) en centros de enseñanza públicos ante el miedo de los equipos directivos a ofender la sensibilidad de algún padre o alumno. ¿Beneficia esa actitud al conjunto de los alumnos y al conjunto de la sociedad?

 

Por otra parte, ¿los tribunales y organismos públicos actuarán de la misma forma ante la denuncia de algún ciudadano contra otros símbolos que le puedan ofender? ¿Retirarán, si molesta a un alumno o a sus padres, los carteles con el rostro de una mujer que aparece con el ojo morado en carteles oficiales contra la violencia de género? ¿Retirarán la estatua de Largo Caballero de la vía pública porque molesta a algún viandante? ¿Cambiarán el nombre de la calle Dolores Ibárruri por otro nombre porque molesta a un ciudadano cuyos antepasados sufrieron la violencia comunista? ¿Retirarán de la vía pública el escudo del Barça porque molesta a un madridista?...

 

¿Quién y dónde pondrá los límites a tamaño desatino?

 

<<La iconoclasia, según nos enseñan los siglos, es un acto de barbarie, pero también de majadería y cerrilismo. Naturalmente, la majadería y el cerrilismo no son rasgos exclusivos del pasado; también nuestra época, escrupulosamente democrática, puede cultivarlos sin rebozo>> (Juan Manuel De Prada)


De momento, aprovecharemos desde aquí para reivindicar algo tan nuestro y de nuestra cultura: La Navidad.

 

¡¡Feliz Navidad!!

 
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