Un poco de Historia... y un poco de todo
   
  Un poco de Historia ...y un poco de todo
  Frente a las nuevas esclavitudes
 


Frente a las nuevas esclavitudes,

salvemos el domingo

 

Con la crisis galopante en la que vivimos, vamos experimentando que el progreso no es lineal, continuo e indefinido, sino que se pueden producir dolorosos retrocesos en el denominado Estado de bienestar: reducción de la cuantía de las pensiones y endurecimiento de las condiciones para llegar a cobrarlas, reducción de los sueldos de los funcionarios, movilidad geográfica de los trabajadores…

 

Uno de los retrocesos que se está operando de forma imperceptible y que se vende bajo apariencia de progreso (palabra mágica, ya sabemos) es la supresión del domingo como día de descanso bajo el lema de libertad de horarios comerciales. De forma continua y repetitiva las grandes superficies comerciales van exigiendo de los poderes públicos una mayor libertad y flexibilidad en los horarios de apertura, así como en la contratación de trabajadores. Para comprender mejor la problemática actual es bueno conocer una situación parecida que se vivió en Europa hace más de cien años.

 

En la 2ª mitad del siglo XIX, la necesidad de competir en un entorno económico capitalista impulsó a muchas empresas a suprimir el domingo como día común de descanso, tras casi dos milenios de disfrutar de esa práctica en el mundo cristiano y occidental. Pero, evidentemente, los que podían descansar con sus familias los domingos eran los dueños de las empresas, mientras que eran privados de ese derecho los obreros y sus familias.

 

En 1891, el papa León XIII, defendió de forma clara y rotunda frente a un capitalismo en expansión los derechos de los más débiles, los obreros, en su Encíclica Rerum Novarum. La contundencia de sus palabras no deja lugar a dudas:

 

Por una parte, el Estado debe proteger especialmente a los más débiles, los obreros:

 

En la protección de los derechos individuales, se habrá de mirar principalmente por los débiles y los pobres. La gente rica, protegida por sus propios recursos, necesita menos de la tutela pública; la clase humilde, por el contrario, carente de todo recurso, se confía principalmente al patrocinio del Estado… (R.N. 27)

 

Por otra, debe existir un equilibrio razonable entre salario y tiempo de trabajo y descanso:

 

El trabajo demasiado largo o pesado y la opinión de que el salario es poco dan pie con frecuencia a los obreros para entregarse a la huelga y al ocio voluntario (…) lo más eficaz y saludable es anticiparse con la autoridad de las leyes e impedir que pueda brotar el mal, removiendo a tiempo las causas de donde parezca que habría de surgir el conflicto entre patronos y obreros. (R.N. 29)

 

Tampoco el obrero es una pieza o un engranaje más en el proceso de producción, es una persona dotada de cuerpo y alma (con la misma dignidad que el propietario) cuyas necesidades –ambas, cuerpo y espíritu- hay que satisfacer:

 

Hay muchas cosas en el obrero que se han de tutelar con la protección del Estado, y, en primer lugar, los bienes del alma (…) De aquí se deduce la necesidad de interrumpir las obras y trabajos durante los días festivos. (R.N. 30)

 

Por lo que respecta a la tutela de los bienes del cuerpo y externos, lo primero que se ha de hacer es librar a los pobres obreros de la crueldad de los ambiciosos, que abusan de las personas sin moderación, como si fueran cosas para su medro personal. O sea, que ni la justicia ni la humanidad toleran la exigencia de un rendimiento tal, que el espíritu se embote por el exceso de trabajo y al mismo tiempo el cuerpo se rinda a la fatiga. (R.N.30)

 

Esos párrafos se podrían aplicar perfectamente a nuestros tiempos, 120 años después. Hay grandes empresas que, carentes de escrúpulos y empecinados en aumentar sus beneficios a costa del descanso de los demás, pretenden ir eliminando el domingo como día de descanso de los trabajadores que, al final, descansarán cualquier otro día de la semana sin llegar a disfrutar con su familia. Además, la experiencia confirma que cuando una gran superficie comercial abre en domingo, las pequeñas tiendas del barrio tienden a hacer lo mismo para aumentar sus ventas e intentar sobrevivir a esa competencia. A continuación, las tiendas del centro urbano deben imitar esas prácticas para complementar sus ingresos… Resultado: se termina con el día común de descanso, el domingo, que pasa a ser un día más.

 

Ante este grave problema laboral y social, que va esclavizando cada vez a más trabajadores, el pasado 20 de junio de 2011 se puso en marcha en Bruselas la Alianza Europea para el domingo, en la que colaboran por primera vez sindicatos e iglesias de Europa. Las razones para la defensa común del domingo como día de descanso son tanto de tipo religioso como sociopolíticas y laborales. Desde España se ha unido a esa defensa del domingo la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC).

 

Ante los grandes problemas de nuestro tiempo, un gran pensador afirmaba Si cada uno barre su acera, la calle estará limpia. Podríamos parafrasear aquí: Si nadie compra en domingo, los centros comerciales permanecerán cerrados. Y los trabajadores podrán descansar. Si el Estado y los sindicatos no saben defender los derechos de los trabajadores, deberán hacerlo éstos. Es cuestión de justicia social.

 
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