Dirección: Florian Henckel von Donnersmarck Guión: Florian Henckel von Donnersmarck Reparto: Martina Gedeck (Christina-Maria Sieland), Ulrich Mühe, Sebastian Koch, Ulrich Tukur, Thomas Thieme, Hans-Uwe Bauer, Volkmar Kleinert, Matthias Brenner, Herbert Knaup Fotografía: Hagen Bogdanski Montaje: Patricia Rommel Música: Gabriel Yared, Stéphane Moucha
La vida de los otros ganó el Oscar a la mejor película extranjera, venciendo desde el primer momento a la española Volver y a la semi-española El laberinto del Fauno. Además ha logrado otros muchos premios cinematográficos. En Alemania está considerada como la mejor película germana de los últimos tiempos.
Basada en hechos reales, La vida de los otros transcurre en Berlín oriental en 1984 y los cinco años previos a la caída del Muro.
La Vida de los Otros se interna en la historia de un oficial (Ulrich Mühe) de la Stasi, la policía secreta alemana del régimen comunista de la autodenominada República Democrática Alemana, que recibe el encargo de vigilar y espiar a una pareja formada por un importante literato y una famosa actriz. Su trabajo consiste en verificar si el escritor sospechoso tiene alguna conexión con los disidentes del régimen y con Occidente. Ese funcionario es el encargado de vigilar la vida de los otros, incluso descuidando y evitando vivir la suya propia.
A medida que progresa en sus escuchas el espía protagonista –Ulrich Mühe- va cambiando su concepción sobre la aplicación de unos métodos que el consideraba justos y necesarios. Pero por encima de eso, la película nos transmite la soledad y el vacío de un individuo que -al servicio de un Estado dictatorial y asesino- gasta su vida en ver y escuchar cómo viven otras personas que sólo entienden la vida en libertad. Ante la falta de libertad, muchos ciudadanos alemanes, optan por el suicidio –al que el régimen comunista encubre con el término de autoasesinato- Como ocurre con toda persona, con cada persona, en un momento dado el espía tendrá que tomar una decisión ante una situación injusta.
El protagonista, Ulrico Mühe, realiza una interpretación soberbia y espectacular. Gélido, escrupuloso y metódico, encarna a un hombre inflexible y convencido de sus principios comunistas en los que el régimen está por encima de todo. Sin embargo, lo que en un principio parece inexpresión se encuentra regulado por Mühe para apreciar a través de la vida de los demás cómo es realmente su propia vida.
El espectador podrá fácilmente detectar ciertos paralelismos preocupantes entre La vida de los otros y el posible uso pernicioso del sistema de interceptación de llamadas, denominado SITEL.
El Sistema Integral de Interceptación de Comunicaciones Electrónicas SITEL <<es capaz de llevar a cabo el seguimiento de alguien desde que se levanta hasta que se acuesta: con quién habla, cuánto tiempo, cuántas veces, qué rutas utiliza para ir a los sitios diariamente, a qué velocidad se desplaza, en qué medio de transporte, qué páginas web visita, cuánto tiempo dedica a cada una de ellas, a quién envía sus emails, qué compras hace por Internet, con qué frecuencia, etc.>> No es ciencia ficción: Francisco Pérez Lara fue investigado "sin autorización judicial expresa" durante tres años por la Policía tras hablar por teléfono con un implicado en un caso de corrupción. (La Gaceta, 18 de noviembre de 2009)
En opinión de Pedro Martínez García (Fiscal de la Comunidad de Madrid), la Ley española 25/2007, <<(…) permite el almacenamiento de las comunicaciones electrónicasy convierte a todos los ciudadanos en sospechosos (…) Paradójicamente, desde 2004 se ha ido restringiendo el ámbito privado (secreto de las comunicaciones, derecho a la información, intimidad) mientras se ampliaban los llamados nuevos derechos (matrimonio homosexual, discriminación positiva, aborto). Parece que el poder puede saberlo todo de todos. Sin embargo, los ciudadanos no tienen derecho a conocer desde dónde se pinchan las llamadas, cuánto tiempo se guardan las conversaciones, qué medidas de seguridad garantizan su autenticidad, o cómo emplea la SGAE el dinero que recibe del canon, información que el Gobierno denegó en 2008. El peligro aparece allí donde el poder del Ejecutivo se ejerce en secreto (…) Es ineludible que la ley garantice el acceso a la información que se encuentra en manos del Gobierno mediante un procedimiento sencillo y rápido, sin que sea necesario explicar ni por qué ni para qué quiere la información.>>
<< La red Sitel es una especie de Gran Hermano que llega allá donde no llegan otros sistemas, nada escapa a su alcance. Puede escudriñar a cualquier persona y meterse de lleno en su intimidad, sea a no sospechosa de delito o colaboración con un delincuente.>> (Pilar Cernuda, en La Región).
<<Porque lo que no es de recibo es que se graben conversaciones y éstas se guarden, contengan lo que contengan, y así se vaya organizando un gran «archivo» donde están todos los pormenores de la vida de los ciudadanos. Otro dato para la inquietud es que esas cintas grabadas no las transcribe, pongamos, una secretaria judicial que estaría obligada por el secreto y que es una funcionaria pública, sino que las cintas son transcritas por empresas contratadas que pueden hacer uso indebido de ellas.
Es evidente que con un sistema como Sitel el Estado tiene un instrumento poderoso no sólo para perseguir a los «malos», sino para enterarse de lo que hacen y dicen ciudadanos anónimos. Escuchar a todo el mundo significa convertir a todos los ciudadanos en presuntos delincuentes.>> (Julia Navarro, en La Nueva España).
Resulta preocupante que el Ministro del Interior, Rubalcaba se resista con tanto empeño a la petición de otros grupos parlamentarios y asociaciones de internautas a regular SITEL mediante ley orgánica, que garantice nuestro derecho constitucional a la intimidad. Sitel debe estar bajo "un control judicial efectivo, y ahora no lo hay" (F. Pérez Lara)
Esperemos no tener que acudir dentro de unos años – como el escritor alemán vigilado por la Stasi- a los archivos donde se almacenan por tiempo indefinido nuestras conversaciones y comunicaciones electrónicas para conocer qué sabe el Gran Hermanode nuestra vida privada y qué uso dio a nuestros datos. Al final, puede que no haya tantas diferencias en los métodos de vigilancia, espionaje y seguimiento utilizados. Y eso puede resultar muy preocupante para la libertad.