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Ágora o el cine como arma

 

El cine es un maravilloso instrumento para narrar la Historia. Existen magníficas obras cinematográficas que recrean fielmente acontecimientos del pasado: Vencedores o vencidos, Katin –que se estrena en estos momentos en España-, Sophie Scholl, El noveno día…

 

Pero también el cine puede ser un temible instrumento de tergiversación y manipulación de la Historia. En el caso que nos va a ocupar, Ágora, Amenábar pretende nada más y nada menos que contar una historia a partir de la cual <<el mundo cambió para siempre>>, según reza en su publicidad. Atención, la frase no es de un historiador, sino un director de cine.

 

Como en otros casos, antes de centrarnos en comentar Ágora habría que analizar el contexto en el que se produce esta película:

 

-          En torno al 50 % de los ingresos del cine español proceden de las subvenciones oficiales, que concede un Ministerio de Cultura dirigido por un Gobierno con una ideología concreta.

-          Sería de ingenuos creer que es casualidad que desde el mes de julio hasta el estreno de Ágora, en menos de cuatro meses, se hayan publicado cuatro biografías sobre Hipatia (la protagonista), una de ellas subvencionada por la Dirección General de Ciencia y Tecnología, más de diez novelas –una de ellas escrita por el hermano de Carmen Calvo –ex ministra de Cultura- y numerosos estudios de historia sobre la época. ¿A qué se debe tan repentino interés en julio de 2009 por una mujer que murió hace 1600 años?

-          El autor, Amenábar, director de cine en este caso, pero de él hablaremos más adelante.

 
¿Qué ocurrió realmente a Hipatia?

En la realidad histórica conocemos la vida de Hipatia a través de Sócrates, que nacido a finales del siglo IV en Constantinopla cuenta en el libro séptimo de su Historia de la Iglesia, lo que le sucedió a la hija de Theón, Hypatía de Alejandría, que con su erudición platónica de la escuela de Plotino superaba a los filósofos de su tiempo e instruía a numerosos estudiantes. Sus conocimientos, autoridad, prestigio y modestia hicieron posible que conversase frecuentemente con Orestes, prefecto imperial y máxima autoridad política, enfrentado con Cirilo, el obispo y máxima autoridad religiosa de la ciudad. Al parecer, las envidias hicieron circular entre los cristianos el rumor de que Hipatia impedía la reconciliación entre la autoridad política y religiosa. El mismo Sócrates lo calificó de falsa acusación.

Un hombre llamado Pedro planeó terminar con Hipatia, que fue arrastrada hasta la iglesia conocida como Kaisarion, despojada de sus ropas y despedazada. Sus miembros fueron arrojados después al fuego. Nunca se llegó a probar que el obispo Cirilo y la iglesia de Alejandría fueran responsables de aquella muerte.

 

Hasta ahí los hechos históricos. A continuación, veamos dos versiones en la Red sobre el argumento de la película Ágora:

 

<< El argumento gira en torno a Hipatia de Alejandría, maestra de la Escuela Neoplatónica, a quien se nos presenta al cuidado de la Gran Biblioteca de Alejandría. Son los tiempos de importantes enfrentamientos religiosos debidos a la intolerancia de los patriarcas de una de las más importantes comunidades cristianas de la Antigüedad, e Hipatia es una mujer de ciencia. El drama se realza mediante el romance, la disputa de su amor entre uno de sus discípulos, el esclavo Davo y el prefecto de Alejandría, Orestes. >> (unmundodecine.com)

 

Otra versión del argumento: <<Siglo IV. Egipto bajo el Imperio Romano. Las violentas revueltas religiosas en las calles de Alejandría alcanzan a su legendaria Biblioteca. Atrapada tras sus muros, la brillante astrónoma Hipatia lucha por salvar la sabiduría del Mundo Antiguo con la ayuda de sus discípulos. Entre ellos, los dos hombres que se disputan su corazón: Orestes y el joven esclavo Davo que se debate entre el amor que le profesa en secreto y la libertad que podría alcanzar uniéndose al imparable ascenso de los cristianos.>> (www.telecinco.es)

 
¿Dónde reside el problema de Ágora?


A juicio de Trillo Figueroa esta <<película contaba con todos los mimbres: un gran director, una generosa producción, una preciosa actriz, un maravilloso decorado y una perfecta ambientación. >> ¿Dónde reside entonces el problema? El problema está en que Ágora, técnicamente muy bien realizada y ambientada, no se ciñe a los acontecimientos históricos que realmente sucedieron y que se encuentran perfectamente descritos en fuentes documentales de la época, sino que Ágora, la Hipatia de Amenábar es mentira desde el principio hasta el final.

¿Mentiras? ¿Qué mentiras?

-En primer lugar, Hipatia no fue asesinada siendo una joven tan hermosa como Rachel Weisz, de 38 años, sino que murió en el año 415 y ¡tenía 61 años!

-Además, Hipatia no fue famosa por sus dotes de astronomía por más que en la película se empeñen en mostrarlo, sino porque era una «divina filósofa» platónica, en palabras del obispo cristiano Sinesio de Cirene –única fuente coetánea que se conserva sobre ella–, a la que el obispo llama en sus cartas «madre, hermana, maestra, benefactora mía».

Por otra parte, el citado obispo Sinesio, a quien en la película se muestra como traidor y cómplice en el asesinato de la filósofa, murió dos años antes que ella, así que es imposible que tuviera nada que ver con su muerte.

-Hipatia fue virgen hasta el final, pero no vivió la castidad como ha dicho la protagonista -que se ha declarado feminista radical y saca su ideología de género a relucir- «para ser igual que un hombre y poder ejercer una profesión con plena dedicación». Quiso permanecer virgen para ser  coherente con su filosofía, ejercía la Sofrosine, es decir el dominio de uno mismo a través de las virtudes entendidas como el control de los instintos y las pasiones.



-Hipatia nunca fue directora de la Biblioteca de Alejandría, ni ésta fue destruida por los “talibanes” cristianos. Fueron cónsules y emperadores romanos, es decir paganos y perseguidores de cristianos algunos de ellos, de la talla de Julio César, Aureliano (año 273, más de 130 años antes de Hipatia) o Diocleciano (año 297) los que incendiaron o saquearon la Biblioteca de Alejandría.

- El paganismo no fue aniquilado por los cristianos y siguió existiendo en Alejandría hasta que llegaron los árabes en el siglo VII. Y el neoplatonismo siguió floreciendo, hasta que lo recuperó el renacimiento cristiano. Por cierto, el más brillante exponente del neoplatonismo se llamaba San Agustín, contemporáneo de Hipatia y que no sufrió ninguna persecución por parte de los cristianos.


¿Por qué tantas mentiras?

Una generosa producción cinematográfica, una preciosa actriz –que para nada tiene ni aparenta 61 años-, un maravilloso decorado con base en la isla de Malta –que debe todo lo que es y su cultura a la presencia del cristianismo, comenzando por su bandera- y una perfecta ambientación son buenos instrumentos para transmitir veladamente –y no tanto- los siguientes mensajes trampa, que se tragará todo aquel que vaya a ver la película confiadamente:

-          Las religiones generan odio y violencia

-          El cristianismo es la más talibán de todas y la que empezó con esos métodos violentos

-          Existen dos mundos, por una parte el de la filosofía y la ciencia, contrapuesto e incompatible con el de la religión.

-          El cristianismo en sus comienzos fue misericordioso, pero la jerarquía y la Iglesia son por intolerantes y fundamentalistas.

-          El cristianismo es la causa de la caída del Imperio Romano y de la desaparición de la sabiduría grecolatina.

-          El cristianismo es el culpable de la subordinación y dominación de la mujer por parte del hombre.


Demasiados mensajes para un Ágora que pretende que Alejandría e Hipatia son el símbolo de una civilización grecorromana basada en la filosofía, la ciencia y la libertad hasta que llegó el cristianismo y comenzó la oscura Edad Media.


Si Amenábar hubiese querido ser justo en sus juicios debería haber investigado más a fondo –o al menos algo- sobre algunos detalles nada insignificantes. Por falta de espacio y para no resultar cansinos, le podemos dar algunas pistas para sus futuras superproducciones:

-          en los tiempos de Hipatia, los cristianos ya llevaban 300 años sufriendo persecuciones a causa de su fe, 300

-          ante la debilidad de la autoridad civil romana, numerosos obispos, incluyendo el de Roma, salieron de las murallas de sus ciudades y actuaron como mediadores para negociar la paz con los invasores bárbaros, evitando mayores destrucciones y pérdidas de la civilización romana

-          fue la Iglesia -y especialmente los monasterios benedictinos- la que protegió, conservó y dio a conocer la cultura grecolatina. Si algo se conoce de un monasterio medieval es su biblioteca

-          fueron los monjes católicos (Benito, Gregorio, Bonifacio...) los que extendieron la civilización europea hacia la brumosas tierras de los anglos y los germanos

-          durante la “oscura” Edad Media la Iglesia contribuyó de forma eficaz a pacificar una sociedad violenta mediante la Tregua de Dios y la Paz de Dios.

-          El sr. Amenábar tal vez ignore que durante los últimos tiempos del franquismo, cualquiera que quisiese protestar y buscar protección a la vez se encerraba en una iglesia.

-          Amenábar parece olvidar también que las universidades europeas –Salamanca, Coimbra, La Sorbona…- fueron promovidas por la Iglesia y su jerarquía. Tómese la molestia de mirar el escudo de la Universidad de Salamanca. ¿Quién aparece representado?

-          ¿Quiénes desarrollaron la ciencia en Europa durante la Edad Media, el Renacimiento o el Barroco sino hombres vinculados al cristianismo (Gerberto de Aurillac, Nicolás de Cusa, Copérnico? ¿Quién era Mendel, el autor de las famosas leyes sino un fraile agustino?


Al realizar una superproducción cinematográfica como Ágora se puede mentir por ignorancia, lo cual estaría muy mal en el caso de un director de cine que ha contado con tantos medios, o se puede mentir para manipular a la opinión pública y llevar a cabo un ataque ideológico perfectamente orquestado contra la religión y, particularmente, contra el cristianismo -¡que casualidad!, siempre contra el cristianismo.

También puede resultar más fácil y cómodo “comprometerse” fantaseando con “hechos” acaecidos hace 1600 años –y de paso hacer buena caja (7 millones de euros en la primera semana de estreno)- que mojarse con problemas que en la actualidad afectan y mantienen oprimidos a muchos millones de personas, como es el caso de las dictaduras comunistas, la falta de libertades de la mujer en países con regímenes islamistas, las guerras olvidadas –el Congo, por ejemplo- por este Occidente hipócrita que se quedó anclado en la de Irak…

Pero si Amenábar quería como protagonista a una mujer de la historia, podría también haber investigado y mostrado al espectador el trato que dio la liberal y progresista Revolución Francesa a mujeres como Olimpia de Gouges, mujer que fue guillotinada en 1793 por publicar la “Declaración sobre los derechos de la mujer”. ¡Ah, claro! Pero es que ahí los verdugos no eran cristianos y eso no vende.

O podría haberse fijado en Apolonia parthénos, santa Apolonia para los cristianos, próxima en siglos a la época que pretende narrar Amenábar y de la misma ciudad, Alejandría. Para los que quieran pruebas, veamos qué nos dice la conocida y popular Wipedia:

<<(…) durante las festividades para conmemorar el milenio de la fundación de Roma (tradicionalmente en 753, ubicando la fecha de fundación cerca del 248 a. C.) la furia de la muchedumbre alejandrina se convirtió en ira y cometieron sangrientas atrocidades contra los cristianos que las autoridades no se esforzaron por detener, luego que uno de los poetas en la muchedumbre profetizara una calamidad.

Dionisio, el Obispo de Alejandria (247-265), relata los sufrimientos de sus feligreses en una carta dirigida a Fabio, el Obispo de Antioquía; algunos largos extractos de la carta se han preservado en Eusebius Historia Ecclesiae (yo: vi: 41). Después de describir cómo un hombre y mujer cristianos, Metras y Quinta, fueron agarrados y asesinados por la muchedumbre, Metras fue martirizado clavándole clavos en sus ojos, a Quinta se le obligo a rezarle a ídolos y en vez de adorarlos los insultó, por esta razón la sacaron de la cuidad a lo talones y la lapidaron, y de cómo las casas de varios otros cristianos fueron saqueadas, Dionisio continúa:

"En ese tiempo Apolonia, parthénos presbytis, era considerada importante. Estos hombres la agarraron también y con repetidos golpes rompieron todos sus dientes. Entonces amontonaron palos y encendieron una hoguera afuera de las puertas de la ciudad, amenazando con quemarla viva si ella se negaba a repetir, después de ellos, palabras impías, como blasfemias contra Cristo o invocación a dioses paganos. Por petición propia, fue entonces ligeramente liberada, saltando rápidamente en el fuego, quemándose hasta la muerte.">>

Es decir, los datos históricos confirman justamente lo opuesto a la versión amenabariana: fueron los cristianos -como tantas veces ha ocurrido a lo largo de la historia- los que sufrieron persecución y murieron a manos de una muchedumbre de fanáticos e intolerantes, que contaron con la pasividad de las autoridades de Alejandría. Pero claro, ese mensaje no interesa, en Europa no vende hablar bien de los cristianos. Es preferible mentir y forrarse generando, de paso, odio a los cristianos, que ya en aquella época también fueron perseguidos.

O podría haber realizado una magnífica superproducción que se centrase en la muerte del científico y padre de la química moderna Lavoisier que tras un juicio que duró menos de un día, fue condenado junto con otros 27 por un tribunal revolucionario parisino –eso sí, muy liberal y progresista- cuyo presidente lo sentenció con un <<La República no tiene necesidad de sabios ni de químicos>>, siendo guillotinado y arrojado su cuerpo a una fosa común. ¡Qué pena! Tampoco eran cristianos los verdugos.

Alguien podría objetar en defensa del director que Ágora es una obra de ficción. El mismo director Amenábar refuta esa hipótesis cuando afirma que «Es increíble cómo se parece a la situación actual» aquella “historia”.

Si al contexto que analizábamos al comienzo (subvenciones, “oportunidad” de la publicación de numerosas obras sobre Hipatia en los últimos cuatro meses), añadimos rasgos propios de la personalidad y creencias del director, Amenábar, será más fácil comprender la carga ideológica de esta película. Amenábar -que no oculta su ateismo y homosexualismo  y, cuidado, está en su derecho y es muy libre de ser o creer lo que le parezca- parece haberse dejado llevar más por sus creencias –increencias religiosas en este caso- e ideología a la hora de dirigir Ágora que por el rigor científico y la fidelidad a la verdad histórica. Ha preferido elaborar una “historia a su medida”, pero eso ya no es historia, es ficción. Está en su derecho de hacerlo así, si bien, en este caso probablemente no esté actuando mejor que aquellos a los que critica y que lincharon a Hipatia, basándose en este caso también en infundios y falsedades históricas hacia los cristianos.

Una película de cine puede convertirse en algo más que un mero pasatiempo si va acompañada de mensajes y puede servir además como instrumento al servicio de una ideología determinada. De ahí la responsabilidad que tiene un director de cine como comunicador de ideas y sentimientos. En el caso de Ágora, Amenábar canaliza odio hacia los cristianos y la Iglesia Católica. La prueba palpable de ello es lo que recordaba recientemente Pablo Motos en su programa “El Hormiguero” del canal Cuatro: <<Las personas que había a mi alrededor dijeron al acabar la película qué hijos de puta los cristianos>>.

¿Actúa con más nobleza Amenábar que aquel Pedro y los que lincharon a Hipatia? ¿O sus intenciones son igualmente retorcidas y aviesas? Él podrá responder mejor que nadie. De momento, ha logrado dos objetivos: ha embolsado 7 millones de euros con esta mentira histórica y ha logrado que más de uno al salir del cine mire de reojo a todo lo que huela a cristiano. Y es bueno desenmascarla.

Tanto en el caso real de Hipatia como en el ficticio Ágora de Amenábar podríamos recordar ese pensamiento que ya tiene más de dos mil años de antigüedad:

"Tres cosas teme mi corazón, y una cuarta me da miedo: calumnia en la ciudad, motín popular, y falsa acusación: todo ello es peor que la muerte (...)" [ Eclesiástico, cap.26, v. 5 ]


Una alternativa, si uno quiere ver buen cine con rigor histórico y mensaje positivo, lo podemos encontrar en estos momentos probablemente en el mismo cine, ya que están estrenando ¡por fin! KATYN de Andrzej Wajda. ¡Esa película sí que merece la pena. Ver comentario de KATYN->



Fuentes:

Hypatía y la pasión por la verdad. Jorge Juan Fernández Sangrador.

Las mil muertes de Hipatia, Miguel Ángel García Olmo. Doctor en Antropología y Licenciado en Filología Clásica y Derecho.



 
 
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