Género: Drama
Nacionalidad: Estados Unidos
Año: 2009
Director: Clint Eastwood
Actores: Morgan Freeman, Matt Damon
Duración: 2 h 24´
Estreno: 29 de enero de 2010
Son ideales estas fechas del Mundial de Fútbol de Sudáfrica 2010 para disfrutar con una magnífica película, basada en hechos reales –como nos suele gustar aquí-, que tiene como entorno el deporte, más concretamente, el rugby.
Invictus está basada en el libro The Human Factor: Nelson Mandela and the Game that changad the World, de John Carlin. Con el fin del apartheid, tras su liberación, después de pasar 30 años encarcelado por motivos políticos, y su elección como Presidente de Sudáfrica, Nelson Mandela debe optar entre la vía más fácil, la de la revancha y la venganza frente a sus antiguos opresores, los blancos, o buscar la vía de la reconciliación nacional de todos los sudafricanos, blancos y negros.
En Sudáfrica parecen insalvables en esos momentos las diferencias entre blancos y negros: unos poseedores de recursos económicos y riquezas, otros, pobres en su mayoría; unos, apasionados por el rugby, otros, por el fútbol… Nelson Mandela (Morgan Freeman) verá una magnífica oportunidad en el Campeonato Mundial de Rugby que se celebrará en Sudáfrica en 1995 y en el capitán del equipo sudafricano de rugby, François Peinaar (Matt Damon), para intentar reconciliar a su pueblo a través del lenguaje universal del deporte.
Quien termina de ver Invictus se siente impulsado a comentar lo que más le ha podido impresionado: un Presidente de Gobierno que aparca su comprensible rencor, si no odio personal, y opta por la vía de la reconciliación para su pueblo (otros, más cercanos, en su lugar ya habrían destinado ingentes sumas de dinero a la memoria histórica y a hurgar en las heridas), el deporte puede ayudar a unir a un pueblo (otros, habrían colgado banderas independentistas y de odio hacia una nación), una meta elevada ayuda a la superación personal, son las actitudes de personas concretas las que contribuyen a escribir la Historia, en un sentido o en otro…
Morgan Freeman borda su interpretación, como siempre. Inolvidables las escenas de la cárcel donde estuvo preso Mandela o las de la lucha entre los finalistas de la Copa del Mundo, Nueva Zelanda y Sudáfrica, que hacen que el espectador se olvide de que lleva sentado más de dos horas.
