Un poco de Historia... y un poco de todo
   
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  La escafandra y la mariposa
 
 

La escafandra y la mariposa

 


Director: Julian Schnabel

Guión: Ronald Harwood

Interpretes: Mathieu Amalric (Jean-Dominique Bauby), Emmanuelle Seigner (Céline), Marie-Josée Croze (Henriette Durand), Anne Consigny (Claude), Patrick Chesnais (doctor Lepage), Olatz Lopez Garmendia (Marie Lopez), Jean-Pierre Cassel (Lucien), Max von Sydow (padre)

Nacionalidad: Francia

Año: 2007

Duración: 112 min.

 
Comentarios: Pilar Muñoz

Ahora, que se vuelve a debatir sobre el derecho a una muerte digna, merece la pena recordar a un hombre excepcional que luchó por vivir: Jean-Dominique Bauby sufrió en 1995, a los 44 años, un problema cardiovascular que le provocó una parálisis de todo su cuerpo (locked-in syndrome o “síndrome de cautiverio”), sólo conservó el movimiento de su párpado izquierdo. Este elemento se convirtió en un único contacto con el mundo, en la única forma de demostrar al exterior que dentro de ese cuerpo inerte aún sobrevivía un ser humano consciente. Y fue precisamente a través de ese ojo, a través del parpadeo, la forma en que Jean-Do Bauby volvió a hablar con el mundo. El método era sencillo, pero lento y laborioso: una ordenación alfabética con un criterio estadístico y un pestañeo al llegar a la letra indicada permitía ir anotándolas en un papel y uniéndolas en palabras, frases o páginas. El más largo y complicado de sus mensajes, ya que tenía que componerlo, revisarlo y memorizarlo para después dictarlo, y también el más bello, es su autobiografía titulada La escafandra y la mariposa. Este libro fue llevado al cine por el artista neoyorkino Julian Schnabel, un auténtico reto que superó con gran éxito.

 

Su historia puede abrir un posible debate sobre la eutanasia, ya que parece coincidir con la de Ramón Sampedro. No, en absoluto. En La escafandra y la mariposa en ningún momento se plantea la eutanasia, más bien al contrario: está llena de ganas de vivir. Por supuesto, no todos los momentos son alegres, pero es esa mezcla de tristeza, de aceptación, de humor y de ironía lo que deja impactado. Lo que Jean-Do demuestra es que una persona en circunstancias desesperadas puede tener una visión y una perspectiva del mundo positivas. Es la esperanza frente a la desesperación. Hay que hacer notar que el personaje no es creyente, a pesar de que varios personajes que le rodean lo son, e incluso tratan de llevarle a Lourdes. Pero tampoco es ateo, más bien manifiesta una cierta indiferencia y perplejidad. Le gusta saber que la gente reza por él y por ello se siente amado.

 

En la película se enlaza cotidianidad con trascendentalidad. A partir de acontecimientos habituales en la vida de Jean-Do, como por ejemplo las visitas de familiares o amigos, los paseos, los ejercicios de ortofonía, una fotografía o el tedio de los domingos,  reflexiona sobre su nueva condición y todo lo que conlleva.

 

Especialmente tierna y dramática es la escena en que muestra la visita de sus hijos pequeños, la impotencia que siente al tener a su hijo frente a sí y no poder darle un abrazo. La única vía de escape que Jean-Do encuentra ante estas dolorosas situaciones es refugiarse en sus recuerdos, sus sueños y su imaginación. Es ahí donde la mariposa consigue vencer a la escafandra, es el consuelo que mantiene su cordura. Es el recuerdo unido a la imaginación lo que le permite revivir los más suculentos manjares, independientemente de la sonda que tiene introducida en su estómago: «Puedo sentarme a la mesa a cualquier hora. Si es en el restaurante, no necesito reserva. Si cocino, siempre me sale bien. Según mi estado de ánimo, me regalo con una docena de caracoles, una choucroute garnie y una botella de gewurtztraminer de vendimia tardía, con matices dorados, o me limito a degustar un simple huevo pasado por agua, mojándolo con tiritas de pan previamente untadas de mantequillas salada. ¡Qué delicia! Y los trastornos digestivos brillan por su ausencia».

 

Bauby vivió el tiempo suficiente para escribir y ver editada su autobiografía, ya que falleció diez días después de su publicación, que cosechó un gran éxito de crítica y público. Supo que al fin consiguió la forma de comunicarse con el mundo que tanto anhelaba, haciendo realidad las últimas palabras de su libro: « ¿Existen en el cosmos llaves que puedan abrir mi escafandra? ¿Una línea de metro sin final? ¿Una moneda lo bastante fuerte para comprar mi libertad? Hay que buscar en otra parte. Allá voy» Toda una lección para aquellos que atraviesen por momentos de crisis.

 

Recomendación:

 

Para jóvenes y adultos que quieran ver una perspectiva original y muy humana, de una vida digna pese a las dificultades. Un poema cinematográfico lleno de amor por la vida, la familia y rebosante de esperanza.

           

Curiosidades:

 

El padre de Jean-Do está interpretado por Max von Sydow, actor fetiche de Igmar Bergman y protagonista de El Séptimo Sello (película imprescindible) donde juega con la muerte una partida de ajedrez. 

En la escena de la sesión fotográfica, se representan a sí mismos el fotógrafo Jean-Baptiste Mondino, el modisto Azzedine Alaïa y el músico Lenny Kravitz.

Banda sonora para gourmets del rock: Velvet Underground, Tom Waits, U2,  Joe Strummer.

 

 

 

 

 

 

 
 
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