En la última década, las verdaderas obras de arte cinematográfico proceden de Oriente. Y sin duda uno de sus genios, que todo aficionado al cine debe conocer, es Zhang Yimou, el director chino más reconocido dentro y fuera de su país. Su cine, alejado de la doctrina oficial del régimen totalitario chino, no siempre ha sido bien aceptado en su país, sufriendo muchas trabas, desde denegarle permiso para realizar viajes de promoción hasta censurarle guiones. Su relación con el gobierno ha debido mejorar, ya que Yimou ha dirigido la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008.
La película El Camino a Casa es auténtica poesía filmada, un relato sobre el amor verdadero entre dos jóvenes, un maestro rural y una campesina. La historia de la jovencita campesina, que no tiene compromiso y que al conocer al nuevo maestro del pueblo se enamora sin remedio de él, es una aventura mínima exteriormente, pero inmensa interiormente. Retrata un amor incondicional y una auténtica elegía sobre la dignidad del maestro de escuela, respetado, admirado, incluso venerado por sus alumnos.
La admiración por la profesión del maestro vuelve a ser tratada por Yimou en su siguiente película “Ni uno menos”, donde nos cuenta cómo una jovencísima maestra se convierte en responsable del destino de los 28 alumnos que le han sido confiados por el viejo maestro, indicándole que a su regreso deben estar todos.
La historia de El Camino a Casa se inicia en blanco y negro, cuando el narrador llega a su pueblo porque su padre ha muerto durante un viaje a la búsqueda de fondos para la escuela. La voz del hijo de los protagonistas nos acompaña desde el comienzo, con una primera parte sombría y nostálgica, con su madre anciana intentando que se cumpla el último deseo del fallecido, una tradición que consiste en llevar el cadáver a hombros desde el lugar de su fallecimiento por el camino a su casa. Entonces el hijo rememora lo que tantas veces le han contado y comienza la historia de amor, con un color esplendoroso y una música china hermosísima, para ilustrar un relato sencillo inundado de emoción.
La película está repleta de momentos sublimes. La protagonista (una adolescente Zhang Ziyi) ilustra con su mirada el amor verdadero. En las escenas donde las mujeres dejan sus anónimos cuencos de comida (auténticas piezas de artesanía) para que los hombres se alimenten después de un duro día de trabajo, con la chica deseando que sea el maestro quien coja su cuenco. Cuando espera al maestro en su paseo matinal con sus alumnos, para cruzarse con él, pero se retira antes de que llegue. Cuando prepara la escuela esperando que él regrese, decorando las ventanas con preciosos dibujos, limpiando la pizarra pero manteniendo lo que él escribió.
La inimitable mirada de Zhang Yimou consigue arrebatar al espectador, que termina transportado a esos maravillosos bosques chinos donde la chica enamorada espera junto al camino por donde el maestro regresará a casa. La actitud de su mirada, siempre limpia y atenta, determina su forma de amar, llena de paciencia, de generosidad, vacía de prejuicios. Más que por su asombrosa cinematografía, este filme es una obra maestra porque nos demuestra que las historias pequeñas no existen y que el corazón humano es lo más hermoso que un director puede retratar. En definitiva, es una preciosidad de película, que permanecerá en la memoria del espectador como uno de esos filmes encantadores, uno de esos recuerdos dulcísimos que justifican el cine como parte absolutamente ligada a nuestra propia vida.
Recomendación: Para toda la familia, especialmente adolescentes que verán retratado el auténtico amor entre hombre y mujer, desde la pureza de sentimientos y la entrega total del corazón hasta el sacrificio por el ser amado. Una forma de amar que muy pocas veces se refleja en el cine actual.
Curiosidades: La angelical Zhang Ziyi ha protagonizado algunas de las mejores películas orientales de la última década: Hero, La Casa de las Dagas Voladoras, 2046. A pesar de ser una auténtica estrella en China, fue duramente atacada por su papel protagonista en “Memorias de una Geisha”, donde interpretaba a una prostituta japonesa, siendo acusada de traidora por la prensa de su país.
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