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  Todos somos Asia Bibi
 
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Pakistán ha condenado a Asia Bibi a muerte por ser cristiana. No le quedan muchos días de vida. Las autoridades pakistaníes la acusan de blasfemia: cometió el terrible “delito” de defender públicamente su fe. El plazo máximo para presentar alegaciones contra la sentencia de muerte expira el próximo lunes, 22 de noviembre. Si no lo impedimos, a Asia le queda poca vida.

 Los acontecimientos sorprenden por su radicalidad: Asia Bibi estaba labrando la tierra junto con otras campesinas musulmanas en su aldea local de Ittanwali cuando su capataz le ordenó traer agua para dar de beber. A su regreso, cargada con un barreño, derramó un poco del contenido sobre la ropa del capataz. Una de las compañeras musulmanas le espetó entonces: “Aparta tus sucias manos de cristiana; vas a contaminar nuestra agua porque los de tu religión sois impuros”. Entonces, la cristiana explotó cansada de acumular agresiones e insultos de sus compañeras, algo común cuando se profesa el credo cristiano en el país islámico. Bibi, presuntamente, lanzó una blasfemia contra el profeta Mahoma. 

Aquella acción le valió la denuncia de los presentes y una condena que pretende llevarse la vida por ahorcamiento de esta madre de cinco hijos.

En su pueblo, Ittanwali, viven 1.200 familias. Solo cien son cristianas. La familia de Asia, cristiana evangélica, incluyendo a sus hijos menores de edad, fue perseguida por sus vecinos, apaleada y torturada. Y ella terminó ante la justicia.

Primero la condenaron a una multa equivalente a lo que gana en un año un trabajador en Pakistán. Y luego la condenaron a muerte por decir que la Verdad reside en el Evangelio.

La presión directa sobre el presidente de Pakistán, Asif Ali Zardari, puede salvarla. También la presión sobre la Embajada pakistaní en España.

En Pakistán demasiados condenados a muerte no llegan vivos a la horca: un gran número de ellos aparecen asesinados en sus celdas, mientras aguardan la ejecución de la sentencia.

Sin embargo, algo puede estar cambiando en la actitud de muchos musulmanes moderados. Ali Jinnah, el padre de la Patria y redactor de la Constitución de Pakistán ha secundado la campaña para salvar a Asia Bibi y para pedir la derogación de la ley sobre la blasfemia. “Si las instituciones no protegen a las minorías religiosas "se convierten en cómplices de su martirio", declaran a la Agencia Fides los líderes musulmanes del Jinnah Institute de Islamabad, instituto independiente que trabaja por la construcción del Estado de Derecho y de la democracia en Pakistán.

Se multiplican las voces en la sociedad civil de Pakistán por la salvación de Asia Bibi y la abolición de la controvertida ley sobre la blasfemia. Son las voces de intelectuales, líderes de opinión y organizaciones musulmanas que "alientan las esperanzas de los cristianos", dice una fuente local de Fides.

Respecto a la persecución desatada en multitud de países y regímenes contra los cristianos, el pensador ateo francés Bernard Henry-Lévy se pregunta: <<“¿existe acaso permiso para matar cuando se trata de los fieles del ‘Papa alemán’? ¿Un permiso para oprimir, humillar, martirizar, en nombre de otra guerra de las civilizaciones no menos odiosa que la primera?” “Pues no –concluye–. Hoy es necesario defender a los cristianos”>>.

Por el momento, van 40000 mensajes de apoyo

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