Ayudas al desarrollo, regalos envenenados
Carta abierta a Melinda Gates
Siempre resulta esperanzador leer noticias sobre la concesión de ayudas para el desarrollo del Tercer Mundo por parte de empresas y países del mundo desarrollado. Sin embargo, debemos desconfiar cuando esas ayudas se anuncian en cumbres internacionales, con costes multimillonarios, por aquello de “cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha” y porque en ocasiones los fondos donados no solo no se destinan a paliar las penosas condiciones de poblaciones necesitadas sino que persiguen intereses ocultos que generarán nuevos y graves problemas a los más indefensos.
En julio de 2012 se celebró la Cumbre de Londres sobre Planificación Familiar. En ella, líderes de 150 países, organismos internacionales y organizaciones y fundaciones privadas se comprometieron a reunir 4.600 millones de dólares destinados a proporcionar para el año 2020 anticonceptivos y servicios de planificación familiar a 120 millones de mujeres y niñas de países del Tercer Mundo, pretendiendo reducir en más de cien millones el número de embarazos no deseados. Poco antes, Melinda Gates, esposa del fundador de Microsoft y copresidenta de la Fundación Bill y Melinda Gates, declaró que la expansión global de la planificación familiar es el propósito de su vida.
Según el Informe anual realizado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), la Fundación Bill y Melinda Gates ha venido donando algo más de 400 millones de dólares en los últimos años para esos fines. La propia Fundación Gates considera que “la planificación familiar constituye una pieza clave del compromiso general de la Fundación” e incluye entre sus objetivos revitalizar las campañas en materia de planificación familiar, aumentar la eficacia en la adquisición y distribución de anticonceptivos, incrementar el acceso a productos de planificación familiar y crear tecnologías anticonceptivas innovadoras prestando especial atención a países del África subsahariana y Asia meridional.
A esta postura ¿filantrópica? de los países más poderosos y de la esposa de uno de los hombres más ricos del Planeta, que condiciona las ayudas al desarrollo a la aplicación de políticas antinatalistas, responde en carta abierta Obianuju Ekeocha, católica nigeriana de 32 años que ha desarrollado su actividad científica en el campo de la biomedicina durante los últimos años en Canterbury (Inglaterra).
Carta abierta de Obianuju Ekeocha a Melinda Gates
Habiendo crecido en un apartado pueblo de África, he sabido siempre que una nueva vida es bienvenida con gran gozo y alegría. De hecho, tenemos un “clarion” (grito o canto) especial en nuestro pueblo reservado para los nacimientos y otro especial para los matrimonios.
El primer día en la vida de todo bebé es celebrado por el pueblo entero con danzas (¡danzas reales!), aplausos y cantos – una especie de “Gloria in excelsis Deo".
Puedo decir con certeza que nosotros, como sociedad, AMAMOS y acogemos a los bebés.
Frente a todos los desafíos y problemas que hay en África, la gente se queja y lamenta abiertamente sus problemas. He crecido en este ambiente y he escuchado a las mujeres (tanto como a los hombres) quejarse de todo tipo de cosas. Pero NUNCA he escuchado a una mujer quejarse por su bebé (nacido o no).
Incluso con servicios médicos deficitarios en la mayoría de lugares, las mujeres son valientes en los embarazos. Y una vez llega el bebé, elegante y heroicamente se elevan al nivel de su función maternal.
Me formé y trabajé durante casi cinco años en un ambiente médico en África, sin embargo nunca escuché el término clínico “depresión postparto” hasta que vine a vivir a Europa. Nunca lo escuché porque nunca lo experimenté ni presencié, incluso con la tasa relativamente alta de nacimientos de mi entorno (estimo que al menos un miembro de mi familia o amistad cercana da a luz cada mes. O sea que en mi vida he visto nacer al menos 12 bebés cada año.)
En medio de todas nuestras aflicciones y dificultades africanas, en medio de todas las inestabilidades socio-económicas y políticas, nuestros bebés son siempre un firme símbolo de esperanza, una promesa de vida, una razón para luchar por el legado de un futuro mejor.
Así, hace unas semanas me enteré del plan y promesa de Melinda Gates de implantar las semillas de su “legado” en 69 de los países más pobres del mundo (la mayoría de los cuales están en África Subsahariana).
Su compromiso consiste en recoger contribuciones por casi 5000 millones de dólares para asegurar que la mujer africana sea menos fértil, menos agobiada y, sí, ella dice, más “liberada”. Con su increíble riqueza quiere reemplazar el legado de una mujer africana (su niño) por el legado de “sexo libre de niños”.
Muchos de los 69 países a los que apunta son países católicos, con millones de mujeres católicas en edad fértil. Estas mujeres católicas han sido correctamente instruidas por la Iglesia en el sentido de que las medicinas y dispositivos anticonceptivos son inherentemente creadores de división.
A diferencia de lo que sucede en el mundo desarrollado occidental, existe un amplio acuerdo con la “Humanae Vitae” de Pablo VI. Pues estas mujeres africanas, con toda humildad, han escuchado, entendido y aceptado las preciosas palabras del profético Papa. Sorprende ver cómo gente con un nivel de instrucción mucho más bajo puede comprender claramente cosas que la lectora promedio de Vogue o Cosmo, de clase alta, han rechazado entender. Supongo que la humildad marca la diferencia.
Puesto que la mayoría de mujeres africanas practican y se adhieren fielmente a un credo (principalmente cristiano o en algunos casos musulmán), existe un elevado respeto por el sexo en la sociedad, especialmente por parte de las mujeres. El sexo es sagrado y privado.
¡En el momento en que estas enormes cantidades de fármacos y dispositivos contraceptivos sean inyectados en las raíces de nuestra sociedad empezarán sin duda a erosionar y envenenar la ética y moral sexual que ha sido entretejida en nuestro ADN social por nuestra fe, de modo semejante a la erosión que tuvo lugar en el mundo occidental tras la Conferencia de Lambeth1 de 1930! Con un corte seco y “limpio” los fieles podrían ser separados de la fe que profesan.
Tanto el trabajador sanitario, dispensando las donaciones de Melinda, como la mujer que será encadenada y aprisionada por este regalo, serán separados de sus creencias religiosas. Quedarán en una posición precaria para conservar su fe –todo por un “sexo seguro.”
A simple vista, incluso, cualquiera podría darse cuenta de que un acceso ilimitado y fácil a contraceptivos en África podría aumentar seguramente la infidelidad y la promiscuidad sexual a medida que el sexo sea presentado por este multimillonario proyecto como un agradable deporte ocasional que puede practicarse sin compromisos – ni bebés. Piense en la exponencial propagación del VIH y otras enfermedades de transmisión sexual a medida que hombres y mujeres con fácil acceso a contraceptivos se junten simultáneamente con múltiples parejas sexuales.
Y, por supuesto, habrá inconsistencias y fallos en el uso de estas medicinas y dispositivos a las que pueden seguir complicaciones en la salud; una de ellas es el aborto no intencionado. Y otros riesgos para la salud como cáncer, coágulos de sangre, etc. Mientras Europa y Estados Unidos tienen sistemas de salud que funcionan, una mujer en África con un coágulo de sangre producido por anticonceptivos no tiene acceso al teléfono de urgencias, una ambulancia o servicios paramédicos. No, ella morirá.
Y ¿qué ocurre con la eliminación de los residuos médicos? A pesar del avanzado sistema de eliminación de aguas residuales en los países del primer mundo, sabemos que la vida acuática sigue estando afectada seriamente por los productos químicos que entran en el sistema. En África, pueden estar seguros de que tanto en las grandes ciudades como en los pequeños pueblos, las aguas residuales constituyen un auténtico problema. Entonces, cuando 4.600 millones de dólares de medicinas, dispositivos intrauterinos y condones sean usados, se necesitarán medidas para la eliminación de residuos de modo seguro. Por favor, ¿podría alguien mostrarnos cómo y dónde tendrá lugar eso? ¿En nuestras tierras de cultivo, de las que obtenemos toda nuestra comida? ¿En nuestras arroyos y ríos, de donde procede nuestra agua potable?
Veo que estos 4.600 millones de dólares nos comprarán miseria. Veo que nos comprarán maridos infieles. Veo que nos comprarán calles vacías de las inocentes voces de los niños. Veo que nos comprarán enfermedades y muertes prematuras. Veo que nos comprarán una jubilación sin el tierno y amoroso cuidado de nuestros hijos.
Por favor, Melinda, escucha el sentido grito de una mujer africana y dirige compasivamente tus fondos para pagar por lo que REALMENTE necesitamos.
Necesitamos:
- Buenos sistemas de salud (especialmente prenatales, neonatales y de cuidados pediátricos)
No hace falta decir que las muertes posparto y neonatales son alarmantemente altas en muchos países del África Subsahariana. Esto se debe a la escasez de personal médico especializado, equipos y sistemas. Las mujeres no mueren por estar teniendo “demasiados” bebés sino porque ni siquiera están recibiendo el más básico cuidado postparto. Una complicación durante el parto puede convertirse muy fácilmente en fatal tanto para la madre como para el niño. Para aliviar este problema se requieren nuevos centros de natalidad, bien equipados y con personal adecuado, construir unidades neonatales en lugares accesibles para las comunidades más pobres. Y, si Melinda Gates insiste realmente en reducir la población, puede suministrar instructores de Planificación Familiar Natural altamente preparados y estratégicamente situados en esos centros para la salud de las mujeres. Al menos entonces sería un enfoque natural y alternativo.
- Programas de alimentación para niños pequeños
Servirían a un doble propósito si se incorporan en programas gratuitos o altamente subvencionados de parvularios. Daría de comer y fortalecería el crecimiento de estos niños, tan vulnerables a la desnutrición, y serviría también para animar a los padres a llevar a sus chicos, de 3 ó 4 años, a la guardería. En muchos lugares de África los niños abandonan la educación en las guarderías porque es costosa y se considera un lujo reservado para los ricos y clases medias. Como resultado, los niños pierden los primeros años cruciales cuando se pueden aprender con facilidad las bases de las matemáticas y la lectura. Cuando se los considera “listos” para la escuela, a los 7 u 8 años, encuentran dificultades académicas. Muchos de ellos nunca llegan al nivel esperado y seis o siete años después abandonan la escuela. Es entonces cuando muchas chicas en plena adolescencia se casan, ¡esposas que desafortunadamente serán las receptoras perfectas del cuidado anticonceptivo de Melinda Gates!
- Buenas oportunidades de educación superior
No se necesitan solamente nuevos edificios o libros sino preparar programas educativos trazados con esmero y que funcionen – becas, programas de prácticas para los niveles más elevados, etc. A pesar de los problemas y obstáculos en educación primaria y secundaria, un número significativo de chicas llegan a las universidades, politécnicos o escuelas profesionales. El problema, sin embargo, es que la mayoría de las escuelas y recursos son de baja calidad y están anticuadas. Como tal, la calidad de la educación superior es baja y no puede compararse con la de países más privilegiados. Aunque los profesores se esfuerzan al máximo y los estudiantes trabajan duro, el sistema es ineficaz y producirá siempre graduados que están en desventaja, que no tienen la suficiente confianza para estar al nivel de sus homólogos que han estudiado en otras partes del mundo.
- Programas de castidad
Programas de este tipo en escuelas secundarias, universidades e iglesias crearían un sólido sistema de apoyo para formar, informar y asegurar a nuestras chicas y mujeres que el amor real es lo que es saludable y santo. Muchas chicas africanas ya no están tan seguras acerca de la moral de la ética sexual debido a la generalizada influencia de los medios de comunicación occidentales, películas y revistas. Deberían apoyarse más programas que promuevan la abstinencia antes del matrimonio y la fidelidad en el matrimonio. Este apoyo sería de gran ayuda para combatir la difusión del VIH y otras enfermedades de transmisión sexual en el continente. ¡Y ciertamente conduciría a matrimonios más felices!
- Financiar oportunidades de micro-empresas para mujeres
La mujer africana media es increíblemente feliz, trabajadora y resistente. Cualquier apoyo económico y de capacitación sería seguramente bien y sabiamente utilizado.
- Fortalecer ONGs ya establecidas que pretendan proteger a la mujer del tráfico sexual, la prostitución, el matrimonio forzado, el trabajo infantil, la violencia doméstica, los crímenes pasionales, etc.
Muchas de estas ONGs no tienen mucho éxito porque no tienen buena financiación. Aunque la mayoría de ellas tienen buenas intenciones, les falta apoyo profesional de psicólogos, expertos en logística o personal médico, necesarios para afrontar los diversos problemas.
Tu legado para África y otros lugares pobres del mundo puede ser de 4.600 millones de dólares. Pero haz que sea un legado que lleve vida, amor y sonrisas al mundo necesitado.
1En la Conferencia de Lambeth de 1930 los obispos anglicanos aceptaron el uso de medios anticonceptivos artificiales para situaciones excepcionales.