Un poco de Historia... y un poco de todo
   
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  Crisis, memoria y...(4)
 

Crisis, memoria histórica y... (4ª parte...)

(1ª, 2ª y 3ª Parte en MEMORIA HISTÓRICA)

¿Muertos? ¿Qué muertos? (continuación)


¿Se buscarán e identificarán también los huesos de todos esos fusilados, sin juicio previo, o sólo de los que fusilaban unos, como es el caso de los represaliados de Badajoz?


 
Pero, alguien aún puede decir << ¡Bah!, fusilaron sin juicio previo a los militares que se sublevaron… ¿y qué?>>

 
Sigamos leyendo a Clara Campoamor. Ya en el otoño de 1936, indica tres causas visibles y decisivas de la debilidad de los gubernamentales –léase del bando republicano- y no olvidemos que ella fue una ferviente republicana durante toda su vida. Nos interesa la tercera de las causas, que lleva por título El terror de la retaguardia. Podemos leer algunos párrafos, si bien recomendamos la lectura de la obra completa, ya que no tiene desperdicio. Leamos, sin olvidar que escribe una republicana, sobre la situación en el Madrid republicano de los primeros meses de la guerra:

 Desde los primeros días de lucha, un indecible terror reinaba en Madrid. (…) En todo caso debieran ser todos los gubernamentales (republicanos), sin distinción, quienes asumieran la responsabilidad.

(…)

En efecto, tal y como muestran con elocuencia las exhortaciones de los periódicos gubernamentales, en la retaguardia reinaba el terror desde el principio de la lucha. Patrullas de milicianos comenzaron a practicar detenciones en domicilios, o en la calle, en cualquier lugar donde pensaran encontrar elementos enemigos. Los milicianos, al margen de toda legalidad, se erigían en jueces populares y hacían seguir aquellos arrestos de fusilamientos. Pronto se hizo corriente en retaguardia una frase trágica: se llevaba a alguien <<a dar un paseo>>. `Pasear’ a todo sospechoso o todo enemigo personal se convirtió en el apasionado deporte de los milicianos de retaguardia.



No sólo los vivos sufrieron persecución. Interior de la iglesia de San Miguel de Toledo;
antes de ser destruido, los cuerpos de las tumbas fueron profanados.


Continúa Clara, por si aún queda alguna duda:

 
Al principio se persiguió a los elementos fascistas. Luego la distinción se hizo borrosa. Se detenía y se fusilaba a personas pertenecientes a la derecha, luego a simpatizantes, más tarde a los miembros del partido radical
(partido republicano) del Sr. Lerroux, y luego –error trágico- o venganza de clase- se incluyó a personas de la izquierda republicana como el infeliz director de un colegio para muchachos, el Sr. Susaeta, hijo de un exdiputado radical-socialista (también republicano).


¡¡Sorpresa!! Clara Campoamor, republicana, escribe en noviembre de 1936 que muchos republicanos están siendo represaliados por miembros de su mismo bando. Este es el caso del abogado asturiano Manuel Rico Avello, perteneciente a la Agrupación al Servicio de la República y que fue diputado a Cortes en 1931 y 1936 y, además, ministro de Gobernación, ministro de Hacienda y alto comisario en Marruecos durante la República. Pues bien, este republicano fue detenido y encarcelado en Madrid, muriendo asesinado en el mes de agosto en los sucesos de la cárcel Modelo. Gerardo Abad Conde sufrió un destino parecido. Político gallego afiliado al Partido Republicano Radical fue recluido en la cárcel de Porlier, un “tribunal de emergencia” lo condenó a muerte y fue ejecutado en Madrid.



El genocida Stalin marca los métodos a seguir
en el Madrid republicano. Foto: Matanzas…



El régimen soviético es un modelo a imitar
en el Madrid republicano. Foto: Matanzas…

A tal punto llegó el descontrol de la represión en Madrid que el gobierno republicano cerró la Casa de Campo, cuyos muros eran el lugar favorito para llevar a cabo las ejecuciones. Pero, cuando los milicianos no pudieron fusilar en esos muros, (…) llevaban a la gente a las carreteras que rodeaban la capital. El gobierno hallaba todos los días sesenta, ochenta o cien muertos tumbados en los alrededores de la ciudad.


 
Clara continúa:


el número de cadáveres hallados todos los días en la Casa de Campo, la pradera de San Isidro, la Ciudad Universitaria y hasta las calles de la ciudad, permite evaluar los asesinatos en un mínimo de cien diarios, es decir en un número superior a 10000 el total de ciudadanos asesinados durante tres meses, y sólo en la capital de la República.


 
¿No conoce esos datos el juez Garzón? ¿No son dignos de investigación esos asesinados? Pero, ¿quiénes eran, quiénes estaban entre esas víctimas represaliadas en el bando republicano?



Ramiro de Maeztu. Ensayista.


Pedro Muñoz Seca. Dramaturgo.

Foto Checas

 

 

Aunque se intente silenciar, la represión de intelectuales tuvo lugar en ambos bandos, aunque sólo nos lleguen noticias del fusilamiento de García Lorca a manos de los nacionales. Entre ellos se encuentran ensayistas como Ramiro de Maeztu, dramaturgos, como Muñoz Seca o poetas como José María Hinojosa, amigo de Lorca desde 1921 y fusilado por anarquistas en el bando republicano, cuatro días después que el poeta granadino lo fuese en el bando nacional.


Políticos
que permanecieron fieles a la República también sufrieron la represión dentro de su mismo bando. Melquíades Álvarez, presidente del Congreso de los Diputados en 1923 y fundador del Partido Reformista fue asesinado en la cárcel Modelo de Madrid. ¿Sacará a la luz estos “errores” la memoria histórica? Foto: Checas de M.

De 470 diputados electos, siete meses y medio antes, sólo un centenar se presentaron a dicha convocatoria, estando los otros muertos o habiéndose unido a los alzados. (C. Campoamor). De 470 diputados electos, siete meses y medio antes, sólo un centenar se presentaron a dicha convocatoria, estando los otros muertos o habiéndose unido a los alzados (C. Campoamor). Parece que no era muy seguro vivir en el Madrid republicano. Gerardo Abad Conde, político gallego afiliado al Partido Republicano Radical fue recluido en la cárcel de Porlier; un tribunal de emergencia (¿qué es eso?) lo condenó a muerte y fue ejecutado.


Tampoco se libraron de la violencia en el Madrid republicano, miembros del cuerpo diplomático. Dolores y Concepción (en la foto) Aguiar Mella y Díaz, hermanas del vice-cónsul de Uruguay en Madrid, asesinadas el 20 de septiembre de 1936. Foto: Checas de M.



Otros fueron eliminados simplemente por sus creencias religiosas, a pesar de que la Constitución republicana de 1931 garantizaba la libertad de creencias. Francisco Martínez García, periodista, jurista y alcalde de Murcia, fue fusilado en Tribaldos (Cuenca). Un miliciano confesó: «Había que matarle, porque había pruebas de que era muy católico».



Documento oficial que explica los motivos del ingreso en prisión de un Capitán de Infantería: se ha encontrado en un registro de su domicilio, efectos religiosos, huchas metálicas y otros objetos.

 


De nuevo, podríamos preguntar al juez Garzón si también va a localizar, desenterrar, identificar y dignificar la memoria de esos <<paseados>> por patrullas de milicianos, sin juicio previo. ¿Sabrá distinguir entre los que fueron paseados por ser “fascistas”, de los que lo fueron por ser republicanos de otro bando, o de los que lo fueron por enemistad personal, o por deudas, o por creencias religiosas...?

 

La matanza de Paracuellos

 


Además de esos casos, ya en la época de la Transición un antiguo miliciano denominado El Estudiante que asegura que acompañó a Carrillo en sus tareas represivas, escribió una carta al exdirigente comunista, carta que en su momento no tuvo eco en la prensa por las ansias de reconciliación que presidían la Transición. Sí se publicó una entrevista en un diario de la época en la que El Estudiante se reafirmaba del contenido de la carta e, incluso, aparecía llorando en fotografías de los lugares donde, según su testimonio, Carrillo perpetró sus crímenes.

 
En la carta, El Estudiante dice:


 
Hoy soy vecino de Aranjuez, tengo 65 años y en el año 1936 fui enterrador del cementerio de Paracuellos del Jarama. También estuve en la checa de la Escuadrilla del Amanecer, de la calle Marqués de Cubas 17 de Madrid, donde presencié los más (sic) horrendos martirios y crímenes (sic). También estuve en el cuartel de asalto de la calle Pontones donde tú, Santiago Carrillo, mandabas realizar toda clase de martirios y ejecuciones de la checa de tu mando. Yo soy el pionero al que llamabas, el estudiante, que llevaba la correspondencia de las distintas checas a cambio de la comida que me dábais. ¿Me recuerdas ahora, Santiago Carrillo? ¿Te acuerdas cuando tú, acompañado de la miliciana Sagrario Ramírez, Santiago Escalona y Ramírez Roiz, alias el Pancho, en la carretera de Fuencarral km 5, el día 24 de agosto de 1936, siete de la mañana, asesinasteis al Duque de Veragua, que tú, Santiago Carrillo, mandasteis (sic) que le quitaran el anillo de oro con piedras preciosas; y recuerdas que no se lo podían (sic) quitar y tú, Santiago Carrillo ordenaste (sic) que le cortaran el dedo; recuerdas, Santiago Carrillo, la noche que fuisteis a la checa de Fomento con tu coche Ford M-984 conducido por el comunista Juan Llascu y los chequistas Manuel Domicris, el Valiente, y el guarda de asalto José Bartolomé, y que entonces en el sótano (sic) mandasteis(sic) quemar los pechos de la monja sor Felisa del Convento de las Maravillas de la calle de Bravo Murillo, y que así lo hizo el Valiente, con un cigarro puro. Esto sucedió el día 29 de agosto a las tres de la madrugada.

 Información extraída de la obra Paracuellos-Katyn,  C. Vidal.

 


Hay que suponer que si esos datos hubiesen sido falsos, Santiago Carrillo se hubiese querellado con El Estudiante en defensa de su inocencia. Deberíamos preguntar al juez Garzón si va a buscar también los restos de esa monja torturada, Sor Felisa,  para honrar su memoria.



En 1998, Garzón rechazó de plano actuar contra Santiago Carrillo por lo de Paracuellos. ¿Quién indemnizará a las víctimas de la izquierda, de la represión marxista? Hay un resentimiento soterrado que alimenta viejas discordias. Estamos inyectando odio en vena a la juventud. Es lo peor de todo. (Nicolás Salas, historiador)


¿Y qué opina Santiago Carrillo?


Termina en Crisis, Memoria y ... (5ª Parte)


 
 
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