Un poco de Historia... y un poco de todo
   
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  El niño de la guerra
 

El niño de la guerra

Bela Martinova

Ed. LibrosLibres,

Madrid, 2008



Bela Martinova nació en Moscú en 1958. Sus padres, niños de la guerra regresan con ella a España cuando cumple los trece años. Estando siempre muy presente en su familia la experiencia de sus padres como niños de la guerra en la Unión Soviética, Bela Martinova les anima a dar a conocer lo que vivieron después de la Guerra Civil española como niños republicanos acogidos en el país en el que triunfó aquello por lo que muchos españoles lucharon sin éxito.

Este libro es fruto de las numerosas conversaciones que ha mantenido con sus padres y de la investigación que la autora ha llevado a cabo. Constituye un testimonio en el que los recuerdos de una infancia permiten descubrir aspectos cruciales de lo que fue el sueño de media Europa - Rusia- durante la primera mitad del siglo XX.

<<El hambre que pasamos en Mólotovsk era relativa, pues nuestra Casa de Niños podía considerarse una de las más privilegiadas de aquellos momentos. De todas formas, en lo que atañe al niño glotón que yo era, recuerdo que siempre me quedaba con hambre y que me parecía, con razón, que las raciones eran bastante escasas. Por lo que más tarde supimos, estando ya un poco más crecidos, hubo muchos niños que perecieron de hambre y enfermedades en otros orfanatos españoles, menos afortunados, diseminados por la Unión Soviética>>

<<Corrían los años 1942 y 1943, es decir estábamos inmersos en plena Segunda Guerra Mundial. Todos recordamos cómo nos informaban de la situación que atravesaba el país, con cuya lucha nos identificábamos plenamente. Apoyábamos moralmente, con toda el alma, a los rusos, y odiábamos a los alemanes. Hay que tener en cuenta, además, que todos éramos hijos de republicanos… Recuerdo cómo nos contaban el avance de la guerra, en qué situación nos encontrábamos, y qué podía ocurrir. También nos hablaban de lo del segundo frente. Yo, por aquel entonces, tendría once o doce años de edad.>>

<<Cuando al fin se arregló nuestra situación y nos proporcionaron las cartillas de racionamiento, nos llegó la ansiada orden de ir a comer. La primera vez que nos presentamos en el comedor con nuestras cartillas tuvimos un episodio algo desagradable. Al parecer, un grupo de españoles, que estaba de vacaciones en el Cáucaso, y que eran mayores que nosotros, tenía a raya a los rusos, y éstos ya estaban cansados y con ganas de vengarse o pagar su frustración con alguien. Se ve que, como no encontraron a nadie mejor, nos pusieron en su punto de mira, sin tener en cuenta que no les habíamos hecho nada, que llevábamos cinco días sin comer y que éramos más pequeños que ellos.>>


 
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